LULO era originario del reino de los sajones del oeste de Inglaterra. Se educó en el monasterio de Malmesbury, donde recibió el diaconado. Hacia los veinte años, sintiéndose llamado a las misiones extranjeras, pasó a Alemania. San Bonifacio, quien, según se dice, era pariente suyo, le acogió con gran gozo. Desde entonces, San Lulo compartió con San Bonifacio los trabajos del apostolado y los sufrimientos de las persecuciones. San Bonifacio le ordenó sacerdote. El año 751, le envió a Roma a consultar al Papa San Zacarías acerca de ciertos asuntos a los que no quería referirse por carta. A su regreso, San Bonifacio le eligió por sucesor suyo y le hizo su coadjutor. Cuando San Bonifacio partió a Frisía en su última misión, San Lulo tomó a su cargo la sede de Mainz.
Los historiadores suponen generalmente que la misión de San Lulo ante la Santa Sede tenía por objeto obtener la exención de la jurisdicción episcopal para la abadía de Fulda, fundada por San Bonifacio. Siguiendo las instrucciones de su maestro, San Lulo le sepultó ahí, cosa que molestó mucho a los habitantes de Mainz y de Utrecht. San Lulo, en calidad de obispo de Mainz, se negó a admitir la exención del monasterio de Fulda, depuso al abad San Esturmio y le sustituyó por un partidario suyo. Pero el rey Pepino intervino y reconoció la independencia de Fulda; San Esturmio recuperó su cargo de abad, y San Lulo fundó entonces el monasterio de Herzfeld. En los treinta años que duró su gobierno de la diócesis, San Lulo dio muestras de ser un pastor muy enérgico y asistió a varios concilios en Francia y otros países.
Según lo prueban las cartas que recibía de Roma, Francia e Inglaterra, el santo tenía fama de ser muy sabio. Desgraciadamente no se conservan sus respuestas; sólo nos quedan nueve cartas suyas, publicadas junto con las de San Bonifacio. El contenido es muy interesante. En la cuarta carta se advierte la afición de San Lulo por adquirir libros extranjeros; otras cartas prueban su fidelidad a sus amigos, su celo pastoral y el empeño que tenía en hacer que se observasen los cánones. En una de las cartas ordena que se celebren las misas, oraciones y ayunos "prescritos contra las tempestades" para que Dios haga cesar las lluvias que dañan la cosecha. En la misma carta anuncia la muerte del Papa y manda que se digan las oraciones acostumbradas. En una carta a San Lulo, Cutberto, abad de Wearmouth, refiere que ha mandado celebrar noventa misas por sus hermanos difuntos en Alemania. En aquella época existía la costumbre de comunicar a las diversas iglesias los nombres de los difuntos, como lo demuestran varias cartas de San Bonifacio a sus hermanos de Inglaterra y una al abad de Monte Cassino. Hacia el fin de su vida, San lado se retiró a la abadía de Herzfeld, donde murió.
Alban Butler - Vida de los Santos